Fotografías antiguas
Colegiata de San Pedro de Cervatos


Localización | Presentación del monumento | La restauración |

La Colegiata de Cervatos es el otro monumento de estilo románico, además del de San Martín de Frómista, que fue objeto de restauración por parte del arquitecto Manuel Aníbal Álvarez Amoroso, quien nos ha legado una serie de documentos fotográficos relativos a su intervención a los que ya se ha hecho referencia en la sección Fotografías antiguas. Es esta la razón por la que se incluye aquí una página dedicada al templo de Cervatos del que se hace una breve y somera descripción como pretexto para dar a conocer las fotografías hasta ahora inéditas realizadas por su restaurador.

Localización


Localización de las iglesias en un mapa de Google

Presentación del monumento


La Colegiata de San Pedro se encuentra en Cervatos, localidad perteneciente la municipio de Campoo de Enmedio (Cantabria). Fue en origen un monasterio, luego devenido en colegiata, del que ahora sólo queda su iglesia dedicada a funciones parroquiales.

Atendiendo a las dos inscripciones que aún pueden leerse en la jamba derecha de la portada habría que admitir que la iglesia fue construida en 1129 y consagrada en 1199. En efecto, las citadas inscripciones son de este literal:

F
ERA M
CLXV
II. II A
NS
ST

Lo que puede interpretarse como «Factum era MCLXVII secundo idus aprilis ¿NS ST?» que puede traducirse por «Hecho en la era de mil ciento sesenta y siete (año 1129) en el segundo de los idus de abril.»

La segunsa inscripción es esta:

ERA MCCXXXVII VII IDUS NOVBRIS
DEDICA VIT ECCLAM SCT PETRI MARINVS
EPS IN DIEBUS MARTINI ABATIS
Es decir: «Era MCCXXXVII VII idus novembris dedicavit ecclesiam Sansti Pedtri Marinus episcopus in diebus Martini abatis», cuya traducción nos hace entender que en la era de 1237 (año 1199) en el séptimo de los idus de noviembre dedicó la iglesia a San Pedro el obispo Marino en los días del abad Martino.

Es un templo de una sola nave de tres tramos cubierta con bóvedas ojivales nervadas hacia el siglo XIV, con cabecera románica cuyo presbiterio se cubre con bóveda de cañón y cuyo ábside en hemiciclo se cierra mediante bóveda de horno. En la fachada meridional se sitúa la portada y adosada al pie de la nave se alza una torre de planta cuadrada que se construyó en periodo románico avanzado con posterioridad a la iglesia. Otras construcciones tardías destinadas a capillas y sacristía se añadieron al costado norte de la nave.

La singularidad de esta iglesia radica en su lasciva iconografía de la que abundan muestras en capiteles y canecillos. Se trata de escenas de contenido sexual muy explícito a las que se atribuye un sentido moralizante o bien una incitación a la procreación en épocas necesitadas de mayor natalidad.

La restauración


La Colegiata de San Pedro de Cervatos fue declarada Monumento Nacional el 2 de agosto de 1895. Tal declaración supuso un mayor interés hacia ella por parte de los estamentos públicos y la habilitación de la dotación económica pertinente para su restauración, labor que se encomendó al arquitecto y académico de Bellas Artes Manuel Aníbal Álvarez. Las tareas de restauración se llevaron a cabo entre los años 1901 y 1904.

A continuación se presentan las 12 fotografías que el arquitecto restaurador tomó en al menos dos visitas realizadas a la Colegiata, una al comienzo de las obras y otra tras su finalización. Las placas fotográficas no están fechadas, si bien de su propio contenido es deducible el momento aproximado en que se hicieron como se irá exponiendo al comentar cada una de ellas.

Se ve aquí una imagen de conjunto que compendia el estado exterior de la Colegiata en la fase inicial de su restauración y que, por comparación con la fotografía actual inserta más arriba, nos instruye sobre la actuación que se llevó a cabo en el exterior del templo. Cuando se obtuvo esta fotografía, hacia 1901-1902, ya se había restaurado la portada pero no se habían ocluido los mechinales, no se habían repuesto los fustes de las columnas del ábside ni se había abierto el hueco campanero del tramo intermedio de la torre. Todo esto se verá con más detalle en los comentarios a las fotografías que siguen.

Esta fotografía que muestra el estado primitivo del interior de la cabecera se debió tomar a principios de 1901, antes del inicio de las obras de remodelación interior. Un retablo barroco cubría el fondo del ábside ocultando parcialmente la ventana axial de la que quedaba libre el semicírculo formado por el arco que proporcionaba iluminación al recinto. Los fustes de las columnas del arco triunfal estaban estucadas y pintadas con una tosca imitación del veteado marmóreo. Igual tratamiento tenían los fustes de las columnas de las ventanas y de los arcos ciegos inferiores. Las bóvedas y los paramentos verticales estaban guarnecidos de yeso, como era lo habitual. Se aprecian sendos altares a ambos lados de la embocadura del presbiterio.
Recoge esta fotografía un detalle del lateral izquierdo del presbiterio con los dos capiteles y el modillón sobre el que carga el diminuto fuste reducido a un simple tambor del arco fajón. Puede verse aquí lo ya señalado en el comentario anterior sobre el estuco que cubría el fuste del arco triunfal pintado a la manera de un mármol. También los arcos están guarnecidos y pintados incluyendo en el fajón un relieve de escayola representando un escudo.

 

 

 

Dos primeros planos del ábside en fase previa a su restauración, por lo tanto hacia 1901-1902, que aportan una vista completa del hemiciclo poniendo de manifiesto la ausencia de los fustes de las columnas del tramo superior desaparecidos en su totalidad sin que quedase rastro de ellos. Al no tratarse de columnas entregadas sino exentas, su pérdida no había dejado huella o marca alguna en el paramento del tambor absidal. Hoy mismo estos fustes están separados del muro como puede apreciarse en esta imagen. No se trata de columnas con misión propiamente estructural sino más bien ornamental, de forma que los capiteles que colaboran con los canecillos en la sustentación del alero están, como éstos, embebidos en el muro y pudieron mantenerse inmutables aun a falta de los fustes que les conferían escaso apoyo. Un pequeño movimiento sísmico, por ejemplo, pudo dar con estas piezas en el suelo en cualquier momento de su historia.
Con independencia de estas conjeturas, lo que interesa resaltar es que los fustes no existían cuando M. Aníbal Álvarez asumió la restauración del templo y que los actuales se deben precisamente a esa intervención. Insisto en ello porque es frecuente hacer referencia (la Enciclopedia del Románico lo incluye) a un grabado de Manuel de Assas publicado por él mismo el 22 de febrero de 1857 en el Semanario Pintoresco Español que puede verse aquí. En este grabado aparecen dibujados los mencionados fustes, lo que nos podría inducir a pensar que allí estaban en 1857 si no fuera porque existe una fotografía de la misma fecha debida a William Atkinson, que anduvo por aquí entre 1855 y 1857, que se conserva en el Palacio Real de Madrid. La citada fotografía recoge una panorámica del pueblo de Cervatos entre cuyo caserío destaca la Colegiata. En este detalle ampliado pueden observarse dos cosas: que el tambor superior del ábside se muestra liso sin indicios de columnas que lo dividan verticalmente; y que los huecos del cuerpo cimero de la torre, en contra de lo que se percibe en el grabado, están abiertos y alojan sendas campanas. La conclusión es obvia: el grabado de M. de Assas es una aproximación pictórica a la realidad carente de exactitud o rigor, por lo que no merece más crédito que el propio de una semblanza global.
Detalle de la ventana SE del ábside en una imagen que habría que fechar como la anterior entre 1901-1902. Son bien visibles los mechinales que abundaban en todos los paramentos exteriores del templo, apreciándose también la ausencia de la oportuna columna sobre el contrafuerte. Por lo demás, todo el conjunto de ventana y molduras se conservaba en buen estado, a excepción del taqueado que circundaba el contrafuerte. Comparando esta imagen con una actual se pone de manifiesto que los mechinales fueron ocluidos, que se retiró el bastidor con la tela metálica que protegía el vano acristalado, se rehizo la moldura taqueada bajo la basa de la columna y, por supuesto, que se han alzado sobre los contrafuertes las columnas desaparecidas.

 

 

 

 

Las tres fotografías que se presentan aquí se refieren a la portada ya restaurada vista desde distintos ángulos. La portada fue sin duda el objeto prioritario de actuación en el exterior, pues de las propias imágenes se deduce que ya estaba acondicionada cuando los mechinales todavía no se habían obstruido ni se había actuado en la torre que, como se aprecia en la segunda de las fotografías, conservaba el hueco central del tramo intermedio tabicado a haces exteriores.
El hecho de que se acababan de reponer las seis columnas acodilladas es evidente si reparamos en la blancura de las mismas contrastando con el color añejo del resto de la piedra. Otro detalle indicativo de que esto es así lo aportan dos de los fustes removidos que aún se encontraban apoyados en el lateral del arimez y que se ven a la derecha de las imágenes, especialmente en la tercera. Se sabe cómo se encontraba la portada antes de ser restaurada por algunas fotografías realizadas entre los años 1855 y 1857 por William Atkinson. Pertenecen a Patrimonio Nacional y se hallan, como ya se ha dicho antes, en el Palacio Real de Madrid. Una de ellas es la que se conoce como «el párroco de Cervatos»; la otra fotografía recoge una vista casi frontal de la portada. En ambas se aprecia, con mayor o menor grado de detalle, que la parte baja de las columnas se encontraba en bastante mal estado, que los fustes no eran enterizos sino que se componían de un tambor superior y otro inferior y de un elemento intermedio monolítico, y que la parte central del dintel de la puerta está enlucida o guarnecida con mortero de cal.
La restauración de la portada supuso la sustitución de las basas de las columnas y sus respectivos fustes, que se hicieron ahora de una sola pieza, a la par que la renovación de algunos sillares de ambas jambas. En cuanto al dintel -que no es monolítico sino tripartito- se retiró el revoco que debió cubrir la pieza central durante bastante tiempo pues aun hoy se diferencia de las piezas extremas presentando una talla menos envejecida (verlo aquí).

 

 

Estas tres últimas fotografías muestran el aspecto final del interior de la cabecera después de su restauración. Debieron ser realizadas en el segundo semestre de 1903, pero en todo caso antes del 17 de octubre de ese año. En efecto, existe una fotografía muy parecida de Julio García de la Puente (puede verse aquí) que el arquitecto y académico Adolfo Fernández Casanova utilizó en su artículo titulado «Monumentos románicos en el valle de Campoo de Enmedio» publicado en el núm. 151 del Boletín de la Sociedad Española de Excursiones de septiembre de 1905, pero que ya antes el diario ABC en su suplemento «Blanco y Negro» de la fecha indicada (17-10-1903) la había recogido en la página 19 del mismo. Aprovecho esta mención para citar una frase de este artículo periodístico que dice: «... las negras losas del pavimento, sobre las que se ven dos docenas de candeleros con velitas amarillas y verdes, ...». En las fotos en blanco y negro no se aprecia el color de las velas ni alcanzo a vislumbrar si tales colores podrían tener alguna simbología, como tampoco se me ocurre la razón por la que aquellos candelabros estaban dispersos por el enlosado, pero es algo que llama la atención.
Como resultado de la restauración quedaron el ábside y el presbiterio tal como los vemos ahora mismo; únicamente cabe notar que los dos altares que sobrevivieron a la remodelación, a uno y otro lado del arco triunfal, han sido retirados y sustituidos por aras pétreas con sendas imágenes (vista actual).
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