Soria - Nuestra Señora la Mayor


Localización | Apunte histórico | La planta | La portada | El interior | La torre

La iglesia parroquial de Nuestra Señora la Mayor de Soria, también nombrada a veces como Santa María la Mayor, situada en la Plaza Mayor frente al Ayuntamiento de esta capital, fue construida probablemente en la segunda mitad del siglo XII. De aquella primitiva fábrica románica, sujeta a lo largo de los siglos a múltiples avatares, quedan solamente algunos restos como luego se verá.

En la actualidad consta de tres naves, la central encabezada por presbiterio recto y ábside poligonal. La portada se abre en el lienzo sur a la Plaza Mayor. Una torre-campanario se alza adosada al muro septentrional del presbiterio.

Localización


Coordenadas UTM (Datum ETRS89 y WGS84)
  • Huso:30T; X=544.578; Y=4.623.674
Cartografía

Apunte histórico


La iglesia se erigió, como ya se ha dicho, a finales del siglo XII y se hizo en honor a San Gil, bajo cuya advocación permaneció hasta el siglo XVI. Sería un templo románico de tres naves con sus correspondientes ábsides en hemiciclo. En 1520 se derrumbó la Colegiata (hoy Concatedral) de San Pedro cuyas obras de reconstrucción se prolongaron hasta finales de siglo. Durante ese tiempo el cabildo colegial se trasladó a San Gil para celebrar aquí los oficios divinos, aunque ese cambio no fue permanente a pesar del interés del concejo y del obispado de Oxma. Los canónigos prefirieron regresar a San Pedro, por lo que la dignidad colegial de San Gil fue sólo transitoria.

Según se deriva del testamento de Doña Constanza Calderón otorgado en 1501, algunos años antes se había construido a expensas de la familia Calderón una capilla funeraria anexa al muro sur del presbiterio que la dicha Doña Constanza estableció que «sea llamada e nombrada la Capilla de Nuestra Señora Santa María», si bien popularmente se la ha conocido como «capilla de los Calderones». Posteriormente, en 1552, la familia Calderón sustituyó la cabecera románica primitiva de la nave central por la actual capilla mayor de estilo gótico tardío y trasladó a esta preeminente localización el panteón existente en la anterior capilla lateral de Nuestra Señora, advocación que se dio ahora a la capilla mayor y, por extensión, a todo el templo, quedando relegada la titularidad de San Gil y adoptada la de Nuestra Señora la Mayor.

A pesar de las reformas y alteraciones sufridas durante el siglo XVI por la incorporación de la capilla de los Calderones y la posterior sustitución de la cabecera original por la que aún perdura, puede decirse que la fábrica románica subsistió hasta mediados del siglo XIX cuando tuvo que ser objeto de una renovación casi total por ruina de su primigenia estructura. En 1841 se demolió la capilla de los Calderones que ya no se volvió a levantar, y entre 1866 y 1873 se rehicieron la mayoría de los muros, soportes, arcos y bóvedas de la iglesia. Quedaron como testigos de su origen románico una parte del muro exterior de la nave meridional, la portada alojada en él, la torre, el absidiolo de la nave de la derecha y un sepulcro.

Desaparecida la capilla de los Calderones, el espacio que ocupaba ésta más un amplio entorno de la cabecera por el mediodía y el oriente fueron colonizados por parásitos edificios particulares que respaldándose en los muros de la iglesia la han ocultado en buena medida hasta hace muy poco.
Fue en el año 2006 cuando se procedió a la remoción de todos los añadidos oportunistas y sin función eclesial que habían utilizado en provecho propio los paramentos exteriores de la cabecera y parte de la nave meridional y que habían dañado considerablemente su sillería para anclarse a ella.
Finalmente, en el año 2009 se llevó a cabo la restauración de los lienzos exteriores perjudicados por aquellos adosamientos y se restituyó el aspecto que tendría a finales del siglo XVI, si bien mostrando las heridas sufridas en sus piedras por rozas y cajeados. Por efecto de las recientes intervenciones quedó de manifiesto, según se aprecia en este detalle, el arranque de las nervaduras de la capilla de los Calderones y los vestigios del vano que la unía con el presbiterio.

La planta


Templo de tres naves y tres tramos, con cabecera formada por ábside hemihexagonal y amplio presbiterio recto. Al costado norte del primer tramo de la nave izquierda se adosó una estancia con función de sacristía. También existe anexa al presbiterio una torre de origen románico. De los absidiolos de las naves laterales subsiste el de la derecha; está embutido en el muro sin que se manifieste como tal al exterior. En el muro meridional de esta misma nave se abre la portada de acceso a la iglesia.

La portada


En el muro sur de la iglesia, el que hace fachada a la Plaza Mayor, destaca un tenue arimez cobijado bajo guardapolvo soportado por diez canecillos que alberga una portada románica. Esta portada es original en sus elementos pero no en su emplazamiento. Hasta la reforma acometida en 1959, fecha en la que se trasladó a su actual posición, estuvo dispuesta en el muro norte del templo abriendo a un espacio que según N. Rabal era bautisterio y según Gaya Nuño sacristía. Parece evidente que dicha portada constituyó en origen el acceso al templo desde el exterior por su fachada septentrional y que más tarde se construyó anexa una dependencia con funciones de baptisterio o sacristía a la que prestó servicio de conexión con la nave lateral. Es obvio asimismo que si la portada norte quedó reducida a un vano de comunicación interna sin conexión con el exterior debió haber existido otra portada, hoy desaparecida, de ingreso al templo, y que ésta hubo de encontrarse ubicada, por lógica, en la fachada meridional que da a la Plaza Mayor (antes Plaza del Mercado).

Constituye la portada un arco de medio punto formado por tres arquivoltas soportadas por sendos pares de columnillas. Las arquivoltas presentan sus caras lisas y sólo lucen un filete decorativo en sus aristas. La de la arquivolta interior es achaflanada y va ornada con tallos vegetales y roleos. La arquivolta intermedia ostenta una sucesión en franja de flores rosáceas abiertas. La arquivolta externa se perfila por medio de una baqueta.
De los tres capiteles del lado izquierdo, todos ellos bastante erosionados y maltrechos, el externo representa tres parejas de cuadrúpedos que se alzan sobre las patas traseras apoyando cada uno las delanteras en el cuerpo del otro. El capitel central muestra una escena parecida basada en animales cuadrúpedos alzados sobre las patas posteriores en cuyas cabezas se posan unas aves. El tercer capitel cubre su tambor con tejido de cestería de doble mimbre. La decoración de los cimacios se identifica con la utilizada en la arquivolta interior formada por tallos y roleos.
Los capiteles del lado derecho de la portada responden a la siguiente concepción ornamental: el más interno, tallos vegetales entrecruzados que forman aspas en las caras del tambor y hojas palmeadas; el central, el más original por su insólita iconografía en la provincia de Soria, animales leonados monstruosos; el exterior, cestería similar al de la jamba opuesta pero de tosco e irregular trenzado. Los cimacios siguen el modelo de los correspondientes del otro lado.

El interior


Como se acaba de exponer, la fábrica general del edificio se renovó casi por completo en dos actuaciones llevadas a cabo en los siglos XVI y XIX, de forma que la mayor parte de la caja de muros, las arquerías que separan las naves, las bóvedas que las cubren y la cabecera principal son de factura reciente.

Aunque no pertenezcan al estilo románico no dejan de admirar las tracerías de la capilla mayor y el retablo debido a Gaspar Becerra.

Uno de los valiosos restos románicos conservados es este absidiolo en hemiciclo que remata la nave de la derecha. Fue descubierto en las obras de remodelación acometidas en 1959. No se manifiesta al exterior pues queda embebido en el muro y en el contrafuerte. Se cubre mediante bóveda de horno. El arco de ingreso al absidiolo es de medio punto y descansa sobre columnas adosadas a las jambas provistas de capiteles. De estos, el capitel derecho muestra un tejido de cestería similar al ya descrito de la portada, mientras que el capitel izquierdo presenta ornamentación vegetal a base de hojas nervadas y volutas superiores.
En la nave del lado opuesto debió existir un absidiolo equivalente del que ha quedado como vestigio un arco de medio punto cegado.
En el muro de cerramiento de la nave sur, próximo al absidiolo descrito, se encuentra un nicho sepulcral de hechura románica que ha perdurado y sobrevivido a todas las reformas del templo. Está enmarcado por una cenefa ornada con vegetación foliada y dispone a cada uno de sus lados de una columnilla de fuste muy corto y capitel decorado también con motivos vegetales. Lo singular de este sepulcro es la lauda frontal tallada en celosía siguiendo modelos musulmanes vistos en nuestro país en la Giralda y en el Alcázar de Sevilla y que se reproduce también en otro sepulcro ubicado en el muro norte del claustro de San Pedro de la propia localidad soriana. Es sin duda obra mudéjar atribuible a los moriscos que habitaban y trabajaban en la ciudad.

La torre


La torre es otro de los elementos del primitivo conjunto románico que ha persistido, si bien un derrumbe parcial de la misma a principios del siglo XVIII exigió la reconstrucción de los lienzos norte y oeste en su tramo superior. Está perforada por diversos vanos en todas sus caras pero de ellos sólo el más elevado del paramento oriental es románico (ver aquí). Se trata de un hueco bajo arco de medio punto de doble arquivolta lisa y chambrana de puntas de diamante. La arquivolta exterior descansa sobre columnillas acodilladas con capiteles labrados representando hojas vegetales anchas y nervadas. Esta ventana ha sido objeto de restauración en el marco de las obras realizadas en 2009 pues antes de tal intervención presentaba este aspecto.
La torre tiene apariencia de inacabada por la forma en que la cubierta se asienta sobre los muros sin cornisamento u otro remate. En todo caso hoy se ve achaparrada en relación con la altura de las naves debido a que ésta se ha incrementado considerablemente como consecuencia de la reforma del siglo XIX, debiéndose tener en cuenta que en su origen las naves eran bastante más bajas y la torre destacaría mucho más sobre ellas.
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