Zamora - Santa María la Nueva


Localización | El ábside | La fachada sur | La fachada oeste | La fachada norte | El interior

La iglesia de Santa María la Nueva de Zamora posee una turbulenta historia que ha marcado su devenir constructivo. Sazonado con detalles propios de leyenda popular tiene no obstante entidad histórica el famoso Motín de la trucha, sublevación del estamento llano contra la nobleza cuyos representantes se refugiaron en esta iglesia -entonces bajo la advocación de San Ramón- en la que perecieron presas del incendio provocado por la plebe. Asegura la tradición que sólo se mantuvo en pie el ábside central y algunos lienzos murales calcinados. Sucedió todo esto en los años 1158 ó 1168; no hay unanimidad en la datación.

El pueblo zamorano protagonista del trágico tumulto se comprometió, y así lo cumplió, a rehacer el templo que surgió de sus cenizas dedicado ahora a Santa María «la Nueva». De esta forma cabe distinguir, en cuanto a las actuaciones llevadas a cabo dentro del periodo románico, entre el ábside central que correspondería a la primitiva iglesia del siglo XI -los volúmenes laterales que completan la cabecera son de fecha incierta-, además de algunas otras piezas reutilizadas; y, por otro lado, la nave o naves -pudieron ser tres inicialmente- que junto con la torre serían levantadas a finales del siglo XII o ya entrando en el XIII.

Como se aprecia en la planta, hoy posee una sola nave de notable anchura y tres tramos. En origen pudo tener tres naves, de las que las laterales se habrían perdido en una reforma de época gótica en la que se se le dio al templo la configuración actual marcada por los potentes contrafuertes. La cabecera está formada por un ábside central precedido del acostumbrado presbiterio, procediendo ambas piezas de la primera fábrica románica. Si aquella construcción primitiva estuvo o no dotada de dos absidiolos laterales no es cosa probada, aunque pudo ser que los tuviera. Actualmente existen sendos espacios de planta casi cuadrada utilizados para sacristía y almacén que se comunican con el presbiterio sin apertura a la nave. A los pies de ésta, en el área que equivaldría a un cuarto tramo, se levanta la torre por cuyo testero occidental se practicó una de las entradas a la iglesia. Las otras dos se hallan en los muros norte y sur del tramo central de la nave. El ábside se cubre con bóveda de horno y el presbiterio con bóveda de cañón.

Localización


Coordenadas UTM (Datum ETRS89 y WGS84)
  • Huso:30T; X=270.538; Y=4.598.288
Cartografía

El ábside


Es sin duda el único elemento completo que, más o menos alterado por las sucesivas restauraciones, sigue testimoniando la existencia de una primitiva iglesia románica datable a finales del siglo XI. De trazado en hemiciclo, su originalidad reside en la arquería ciega que envuelve su tambor. Estriba sobre podio corrido y está formada por un solo orden de siete arcos de medio punto, de los que el central es mayor que el resto en luz y altura, mientras que el último hacia el norte destaca por lo contrario. Los fustes resultan muy esbeltos y descansan sobre sencillas basas. Los capiteles, un tanto deteriorados, son todos auténticos, no así los cimacios ajedrezados parcialmente reconstruidos.
Este primer arco, el más meridional, apoya sus dos ramas de desigual manera: la izquierda sobre un modillón con ornamentación de rollos y rulos, y la opuesta sobre una columna con interposición de un capitel de estrías verticales, pomos y entrelazos. El ábaco también luce entrelazos, y el cimacio un ajedrezado.
De los capiteles de este tercer arco, el izquierdo muestra motivos vegetales consistentes en hojas que se inscriben en espacios triangulares formados por los tallos; el derecho, muy estropeado en su cara frontal, es de cestería. Ambos carecen de ábaco y sus cimacios son ajedrezados.
En la imagen se aprecia el arco central cuyo capitel izquierdo es el ya visto en la imagen anterior. El derecho en bastante mal estado deja ver todavía algunas hojas palmeadas. Los dos cimacios de este arco son de nueva hechura.
Los dos capiteles de este penúltimo arco son figurativos teniendo por elemento central un personaje que en el de la izquierda extiende sus brazos introduciendo las manos en las fauces de sendos leones, y en el de la derecha, más deteriorado, sostiene con una mano un objeto cilíndrico alargado y con la otra se mesa la barba.
El último apoyo del arco septentrional se efectúa mediante un modillón y no mediante una columna, lo mismo que ya se ha comentado que sucede en el otro extremo de la arquería.
Tres ventanas se abren en el ábside, todas ellas de la misma tipología (en la adjunta imagen, la central). Un arco interior formado por grandes dovelas lisas estriba en dos columnitas desproporcionadas cuyos fustes monolíticos son de casi igual longitud que el conjunto de capitel y cimacio. Otro arco exterior baquetonado y estriado apoya directamente sobre la fábrica mural. El hueco es de aspillera. Los capiteles y sus cimacios ostentan variada iconografía.
Existe una cuarta ventana en todo similar a las absidales, pero un poco más ancha, que se encuentra en el lienzo oriental del cuerpo de edificación adosado al sur del presbiterio.
Ninguno de estos dos capiteles pertenecientes a la ventana central son auténticos. Se colocaron en la restauración llevada a cabo en 1959 y se tallaron imitando otros de otras ventanas. En concreto, el de la derecha que representa un personaje picoteado en la frente por dos aves cuyo cuerpo más parece estar cubierto por escamas que por plumas es copia del capitel derecho de la ventana no absidal antes mencionada, mientras que el izquierdo es una réplica del capitel derecho de la ventana más septentrional del ábside y representa un par de serpientes entrelazadas. Lo único original del conjunto es el cimacio izquierdo.
Corresponden estos capiteles a la ventana norte. El derecho es el que sirvió de modelo al reconstruido de la ventana central que muestra dos serpientes enroscadas. En el izquierdo se ve en posición angular un ave, quizás un águila, que abre sus alas ocupando los espacios laterales de la cesta. El cimacio de este capitel se adorna con motivos vegetales ondulados; el otro es abilletado.
De los capiteles de la ventana sur, originales y bastante bien conservados, el izquierdo representa una tosca figura humana central con los brazos extendidos flanqueada por tallos vegetales entrelazados. El capitel derecho contiene otra figura humana de talla muy grosera que se ha interpretado como representativa de Eva pues parece ser femenina y estar desnuda. A uno y otro lado de ella sendos árboles pomáceos. El cimacio luce entrelazos típicos de cestería.
En la ventana del testero oriental del cuerpo adosado al presbiterio por su costado sur sólo queda un capitel original, el de la derecha, que es el que se recoge en la adjunta imagen. Este capitel en el que un hombre está siendo picoteado en la frente por dos aves es el que sirvió de arquetipo para la confección del que se colocó en la ventana central del ábside en la restauración llevada a cabo en 1959. El cimacio es ajedrezado por su cara frontal y de entrelazos por la interior.

La fachada sur


En la fachada meridional destacan los tres potentes contrafuertes que dan estabilidad a la nave, la portada enmarcada entre dos de ellos, el osario que ocupa el espacio entre los otros dos y la robusta torre adosada a los pies del templo.

Con independencia de la portada, sólo dos arcosolios en la base de la torre y otras tantas estrechas ventanas en la cima de los tramos primero y tercero de la nave rompen la lisa macicez del pétreo muro.

En el tramo central de la nave, desplazada hacia el segundo de los contrafuertes, se encuentra la portada que se utiliza habitualmente para acceder al interior. Está cubierta por una bóveda de cañón de ladrillo realizada en época posterior. El arco es de doble rosca: la interior de medio punto y lisa, cargando sobre las jambas de la puerta; la exterior ultrasemicircular insinuando una ligera herradura producto de la intencionalidad o de una defectuosa práctica en su reconstrucción. Está soportada esta segunda por columnas alzadas sobre altos podios prismáticos lisos y rematadas por pequeños capiteles figurativos. El de la izquierda muestra la típica sirena de doble cola sujeta con ambas manos; el de la derecha representa dos aves de largos cuellos entrelazados.

La fachada oeste


Toda la fachada occidental está ocupada por la torre cuya anchura es igual a la de la nave. Las dimensiones en planta de esta torre y su solidez son desproporcionadas en relación con la altura, por lo que pudiera ser que haya sido cercenada o haya quedado inconclusa.

Como se aprecia en la planta, la torre es permeable a través de esta portada que permite el acceso a la nave por su extremo occidental. Componen la portada dos arcos de medio punto, lisos, el interior sobre las jambas y el exterior sobre el propio muro. Una moldura formada por una nacela central entre bocel inferior y listel superior contornea el trasdós del arco a modo de chambrana y sigue en horizontal por toda la línea de imposta.
Sobre la portada se halla esta ventana de doble arco de medio punto abocelado, chambrana de nacela, imposta moldurada como la portada a base de listel, nacela y bocel, columnas acodilladas de fuste monolítico y capiteles foliáceos con volutas. El vano de la ventana, sus jambas y el arco interior son fruto de una reconstrucción tardía.

La fachada norte


Esta fachada sólo anima su rotunda macicez mediante los dos contrafuertes que la estabilizan y una portada abierta entre ellos en posición descentrada.
Se trata de una portada bajo arco muy apuntado que se adorna con una serie de molduras de tipo bocel, mediacaña y nacela. La componen tres arquivoltas, de las que la interior descarga sobre las jambas y las otras dos sobre columnillas acodilladas. Una sencilla imposta moldurada forma a su vez los cimacios de los capiteles. Son éstos de talla simplísima a base de estrías incisas y una poma en el vértice, tal como puede apreciarse en esta imagen.

El interior


En la nave única de la iglesia quedan pocos restos de época románica y sólo el ábside central es de ese origen temporal y estilístico, aunque haya sido notablemente manipulado.

La bóveda de horno que cubre la capilla apoya en una imposta rehecha y lisa que debió ser ajedrezada a tenor de las escasas muestras que se conservan en ambos extremos. Las ventanas son abocinadas y carentes de todo ornato o molduración. Bajo ellas corre una segunda imposta lisa de origen reciente.
El presbiterio se cierra superiormente por medio de una bóveda de cañón. Se accede a través de un arco triunfal de ojiva de época gótica.

Merece la pena destacar esta pila bautismal que se conserva en una capilla que abre al paramento meridional bajo la torre. En el perímetro circular del vaso se representa una arquería de siete arcos escarzanos soportados por columnillas que disponen de capiteles de ornamentación vegetal. Seis de los arcos cobijan a sendos personajes que en su mayoría llevan un libro en las manos, salvo uno que es portador de un manojo de llaves y que pudiera tratarse de san Pedro. El séptimo arco muestra un hombre y una mujer sujetando un lienzo con una tercera persona.
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